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Diferencias en el apetito sexual: ¿Por qué mi pareja desea más la intimidad que yo?
Todas las personas desearían tener una vida sexual plena y satisfactoria. Algunas presumen tenerla y no es cierto, otras la tienen y no lo saben. Pero lo que es cierto, es que todos y cada uno de los seres humanos adultos y sexualmente activos en algún momento de su vida sufrirán malestares o confusiones dentro de su vida sexual. En el caso de las parejas que conviven diariamente una rutina de vida, aun mas. Uno de los motivos de consulta mayormente expresados por parejas que visitan al sexólogo, es el de la incompatibilidad en el deseo sexual. Pareciera ser que los hombres suelen ser los que más disposición muestran a la hora de tener intimidad, pero ha quedado comprobado que tanto hombres como mujeres pueden verse afectados indistintamente de su género.
Generalmente, factores como el deseo netamente dicho van a influir indudablemente en la frecuencia del acto sexual, sin embargo, otros agentes como las oportunidades, la edad, la experiencia de cada miembro, la educación, e incluso la comunicación con la pareja pueden afectar el nivel de anhelo de llegar a este acto. Lo que se debe tener en cuenta es que en el fondo de todo esto, lo que se anhela es la satisfacción. Cada persona buscará y luchará por la felicidad en distintos ámbitos de la vida, igualmente, desea la felicidad en su vida sentimental y sexual. Por eso, pretender alcanzar la satisfacción sexual es sano, a pesar de que no siempre resulte fácil.
Lo primordial que se debe tener en cuenta, es que una pareja la conforman dos personas y que por ende, para cada miembro puede existir una razón del por qué no desea llegar a la intimidad con tanta frecuencia como el otro y casi siempre es ésta condición susceptible de solución:
Muchas veces simplemente se requiere de un cambio de actitud, el cual puede darse por parte del hombre o de la mujer, indistintamente de cuál de estos sea el que tenga bajo apetito sexual. En este caso debe existir plena confianza entre la pareja, conversar sobre la situación y no esperar a que todo se solucione solo.
A menudo, en las parejas que llegan a consulta, uno de los miembros se queja de que el otro no le demuestra su aprecio con la frecuencia y la intensidad que le gustaría y acusan que esta es la causante del porque no desea tener relaciones sexuales tan a menudo como el otro quisiera. A estos pacientes siempre se les recalca que no se deben quedar esperando a que el otro los seduzca; poner en práctica las viejas técnicas de seducción aumenta la autoestima y ayudará a fomentar una buena base en la relación de pareja.
Generalmente, una actitud cercana y proactiva en las relaciones ofrece mayores garantías para la satisfacción de los deseos que una actitud pasiva y lejana. En una relación de pareja, no debe haber cabida para el miedo al rechazo, por el contrario debe existir un estrecho lazo de confianza y si se logra implementar que la iniciativa sexual sea buscada a veces por el hombre y otras por la mujer, esta iniciativa será acertada y bien correspondida. Se debe recordar que las relaciones de pareja dependen en gran medida de la disposición de ambos miembros y se expresa por medio de iniciativas, más o menos explicitas. En las relaciones sexuales ocurre exactamente lo mismo. Lo ideal, es que ambos miembros busquen llegar al acto sexual y en caso de que alguno de los dos no se encuentre en la disposición de llegar a la intimidad se debe aceptar, sabiendo que un “no” como respuesta no necesariamente implica que no existe el deseo. Para poder trabajar esto último en la pareja debe existir confianza y sobretodo tolerancia, aceptando lo que es real y desechando lo imaginario.
Ciertamente, hasta hace pocos años se suponía que la mujer debía de esperar a que el hombre marcara las pautas en la cama. Afortunadamente, esto ha cambiado y ahora tanto hombre como mujeres pueden disfrutar el placer de ser seducidos y aprender el juego de la seducción. Lo ideal, en cualquier pareja, es que la iniciativa venga por ambas partes y que cada uno pueda expresar todas sus potencialidades. El alternar los roles sexuales dentro de la relación de pareja es algo que sin duda alguna, fomenta los lazos de unión marital. Se debe aprender a disfrutar de los dos papeles: A veces ser dominante y otras dejarse dominar. Alternar los dos polos permitirá a la pareja desarrollar toda la gama de posibilidades, la cual los ayudará a disfrutar de muchos matices que trae consigo el mundo sexual y a compartir responsabilidades, bajando así, los niveles de tensión y ansiedad que muchas veces se anidan en la cama.
A menudo, las parejas en terapia cuentan que, no se atreven a buscar ayuda porque tienen la esperanza de que con el transcurso del tiempo sus problemas sexuales desaparecerán, que entonces podrán disfrutar de una salud sexual y alcanzarán la plenitud. Ésta es una fantasía que suele alejarse de la realidad, lo ideal es darse el tiempo de hallar la solución en pareja y si no se logran ver resultados buscar ayuda profesional. Priorizar a la pareja y la relación es siempre lo más indicado.
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